domingo, 17 de junio de 2007
martes, 5 de junio de 2007
Y en el momento preciso como si hubiese sido telepático llamó
Y cada movimiento tenía sentido
Y miradas sobre su cuerpo, sobre su cara, sobre su sonrisa, sobre lo que pensaba y sobre lo que quería.
Y venía… una y otra vez venía.
Y no puede resistirse, es su sino pero ya no le molesta
Ahora lo entiende de otra manera
Siente las mismas fugas, los escapes de fuego
Siente los arranques de mil por hora, Lo siente todo
Pero todo lo que siente ya lo conoce, Ya no la asusta
Esta vez es más fácil y puede reírse
No importa
O si… si importa y por eso da lo mismo.
Y está ahí pero no habla
Y siente pero no habla
Y extraña pero no lo dice
No lo va a decir en un buen tiempo y a ella no le importa.
domingo, 3 de junio de 2007
Tengo un rumi nuevo. Sip, desde el jueves tenemos un nuevo integrante en la familia. En verdad ya era casi de la familia pero ahora se vino con camas y petacas… me encanta, si algo tiene esta casa es versatilidad, se adapta a cualquiera que llegue, cuando yo vine hace ya ocho o nueve meses pareció como si siempre mis cosas hubieran adornado estas murallas y hoy, pasa exactamente lo mismo.
Desde que me fui de la casa de mis papas he tenido excelentes experiencias, primero con la América en seminario, luego sola y ahora con mis rumis.
Fue heavy este viernes llegar de Valparaíso y que él me dijera bienvenida a casa… y justo este finde caí en cama con full resfrío y entre una y el otro me han cuidado como una joyita, les amo!!
Ahora somos tres, es menos el espacio y más rápido se nos va el confort (siempre se puede más)… pero está todo más calentito, son más las copuchas de los sábados y domingos en la mañana, más recetas en competencia y por supuesto más risas en cada momento del día.
Preparando nuestra primera reunión familiar me di cuenta de lo armónico que ha sido todo desde que llegue aquí, y de la cantidad de cosas que he cambiado para convivir sanamente con mi rumi (la verdad no han sido tantas, fue cien veces más fácil de lo que pensaba). Esto fue un regalo desde que llegué, los brazos estaban abiertos esperándome y la casa ya estaba tibia. Amo esta casa, amo llegar acá cada viernes, me gusta el sol que ilumina el cerro y hasta el ruido de las ambulancias. He amado cada lugar en el que he vivido (todos menos ese seudo hotel cuasiperfecto) y no se si ha sido por la suerte de haberlos encontrado o por el arraigo que suelo tener con las cosas, nada es desechable… nada.
Hoy busco mi propio departamento y no se si sea buena idea, al fin y al cabo soy lo que dicen las niñas, ante todo una veleta, que ciertamente amo mi lugar… pero sólo hasta que deja de serlo y encuentro otro al que amo como si hubiera sido siempre mi hogar.